El desafío de cambiar el chip para lograr ciudades inteligentes

“Smart City Expo” es un evento que congrega a expertos, profesionales, empresas, organizaciones y a funcionarios públicos a presentar y compartir sus experiencias en torno a diferentes temáticas que hacen a las ciudades inteligentes. Hace unas semanas tuve el honor doble de haber participado en representación de Asociación Sustentar y el Observatorio de Higiene Urbana de la Ciudad en el Congreso Latinoamericano celebrado en la ciudad de Mérida, México, y luego en mi país, Argentina, en la ciudad de Santiago del Estero. Si bien las sensaciones que me llevé de ambos son positivas, me pregunto si el desafío para tener ciudades inteligentes es principalmente técnico.

Los cambios que se aproximan en un futuro cercano tienen que ver con ciudades integradas con la naturaleza, preocupadas por el ambiente, ciudades circulares en la gestión de recursos, ciudades que van a incentivar el desplazamiento a pie o en bicicleta, menos ruidosas y con menos humo porque el transporte en su mayoría será eléctrico, ciudades aptas para personas de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores, no sólo en términos de accesibilidad sino también por su oferta de actividades recreativas y culturales.

También estará presente el costado “Smart” que define a estas ciudades en términos de avances tecnológicos, principalmente de conectividad y de uso de sensores para extraer, analizar datos y automatizar tareas en diversas áreas, como el aire para conocer su polución, nivel de humedad o temperatura, las luminarias para automatizar su encendido y saber si hay unidades para reemplazar, o el asfalto para controlar flujos, densidad y velocidad del tráfico, entre otros. Las aplicaciones que abre el uso de la tecnología son infinitas pero el objetivo es el mismo, hacer más eficientes los servicios que ofrecen las ciudades para facilitar la vida de sus habitantes.

Sin embargo, pocas ciudades de América Latina cuentan con la infraestructura, los recursos humanos y financieros suficientes para encarar estas transformaciones. Aunque desde mi perspectiva serían problemas fáciles de resolver, son problemas técnicos que tendrán soluciones prácticas a medida de las características de cada comunidad. Una ciudad de 5.000 habitantes probablemente no necesite sensores en el asfalto para obtener datos del tráfico, pero sí pueden llegar a ser muy útiles para una ciudad que tiene cientos de kilómetros de calles pavimentadas y una gran cantidad de vehículos distintos que las transitan.

Lo que parece más difícil es el cambio cultural. Siguiendo con el ejemplo del transporte, uno de los temas más conversados en la Expo de Mérida, los expertos coinciden en que las ciudades fueron mutando para satisfacer al transporte vehicular, dejando en segundo plano el bienestar de sus habitantes. Es decir, tenemos ciudades pensadas para los autos en vez de para las personas. El resultado son veredas angostas para caminar y calles anchas congestionadas, ruidos, bocinas, mayor probabilidad de accidentes, falta de espacio para estacionar y autopistas que dividen a los barrios.

Al mismo tiempo vemos al automóvil como símbolo de status, progreso económico y desarrollo personal. Por supuesto hay casos en los que su uso puede ser una necesidad, sobre todo si no hay un transporte público de calidad o calles seguras para moverse en bicicleta. Pero hasta en ciudades pequeñas, como Bragado o Alberti, las personas usan el auto para recorrer 1000 metros y comprar un paquete de galletitas en un día soleado. O familias con más recursos económicos que tienen un auto para cada miembro del grupo. Ese es el ideal absurdo que tenemos, cada persona con un auto que tiene capacidad para otras cinco. Estamos en una inercia que es necesario frenar y una de las formas de hacerlo es haciendo públicas estas discusiones.

¿Y cuál fue la conversación sobre gestión de residuos? En la Expo de Mérida y en la de Santiago del Estero el tema se trató desde el enfoque de la Economía Circular, modelo cuyo objetivo es que los envases y productos que consumimos todos los días puedan ser compartidos, reparados, reutilizados o reingresados en los circuitos productivos como materias primas, conduciendo al rediseño de los mismos y por ende a una paulatina reducción de residuos destinados a disposición final.

Algunos proyectos vinculados a gestión de residuos fueron los presentados por María Pía Mc Manus Gómez de la Universidad Marista de México que está desarrollando un cultivo de hongos que tienen capacidad para degradar desechos plásticos a la vez que generan nuevos materiales. Emmanuel Gongora de la empresa yucateca CICLO habló sobre tecnologías para generar Pellets, un combustible derivado de la basura.

Por el Observatorio de Higiene Urbana de la Ciudad de Buenos Aires presenté tres proyectos: el Índice de Reciclabilidad y los Monitores de Reciclado en Contenedores Negros y en Contenedores Verdes. Estas son herramientas replicables y de bajo costo que aportan datos objetivos sobre hábitos de separación de residuos en los hogares y sobre la disposición de esos residuos en los contenedores, además de conocer la posibilidad real que tienen los envases de productos de consumo masivo de ser reciclados.

La situación en gestión de residuos la veo parecida a la del transporte. La parte técnica se puede resolver con mayor o menor esfuerzo, el cambio cultural sigue siendo un desafío. Pasados 10 años de haberse implementado en Buenos Aires la recolección diferenciada de basura y residuos reciclables, vemos que sólo el 34% de los hogares realiza correctamente la separación de residuos en origen, en los contenedores verdes se tira más basura que reciclables y algunos de los reciclables que llegan a los Centros de Reciclaje son rechazados porque no hay tecnología para su tratamiento, el precio de venta es muy bajo o no hay compradores interesados en dichos materiales.

Los cambios que se vienen implementando y otros que se esperan en los próximos años van en contra de las costumbres consumistas que adquirimos durante décadas y que en parte podrían resumirse con la famosa frase “Compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente a la que no le importamos”. Ante tal escenario, con las soluciones tecnológicas se puede avanzar hasta cierto punto y las necesidades concretas para utilizarlas pueden variar de una ciudad a otra. El éxito dependerá en gran medida del acompañamiento de todos. Es necesario que estas alternativas que contradicen lo que venimos haciendo se hagan públicas, estén fácilmente a nuestro alcance, para que nos inviten a reflexionar sobre los problemas ambientales que tenemos en las ciudades y en lo que hay que hacer para avanzar en sus soluciones.

O quizás, cambiar el chip sea la solución.

Asociación Sustentar