Residuos plásticos ¿ Alcanza con reciclar ?
Por Carolina Andrade
El plástico es un material con múltiples ventajas pero su uso excesivo termina contaminando el ambiente. El planteo más común requiere un compromiso de los consumidores a cambiar ciertos hábitos de consumo y aumentar el reciclado, pero el verdadero desafío lo encontramos en la acción de los gobiernos y en la transformación de los sistemas de producción.
Nuestra vida diaria se encuentra atravesada por el uso de plásticos. Prácticamente todo lo que utilizamos lo contiene, desde los envases de productos y envoltorios de comida que consumimos, hasta la ropa que vestimos y los electrodomésticos que usamos a diario. Si bien el uso de este material facilita muchos aspectos de la vida cotidiana, su consumo indiscriminado y la mala gestión de los residuos que genera resulta muy alto en términos ambientales.
El plástico es un material sintético, de bajo costo, poco peso y adaptable a distintas formas y aplicaciones. Es sumamente resistente y duradero, tanto, que su degradación puede llevar más de 450 años. Esto implica que luego de utilizar los productos y tirarlos a la basura, no desaparecen. Muy por el contrario, en el mejor de los casos se acumulan por años en rellenos sanitarios pero, dada su persistencia, fácil dispersión e incorrecta disposición, una parte muy importante termina en ecosistemas naturales terrestres y marinos.
La producción de plásticos crece año a año y la industria del packaging es la principal consumidora de la producción primaria y la que más residuos genera (Our World in Data). Ahora bien, lo más inquietante viene de la mano de los plásticos de un solo uso que, como su nombre indica, luego de ser utilizados una sola vez son desechados. Bolsas de comercios, sorbetes, envases de telgopor, botellas, tapas de plástico, envoltorios de comida, cubiertos, entre otros productos que consumimos a diario, son ejemplos comunes de elementos de un sólo uso.
Producción primaria de plásticos por sector industrial
La pandemia de COVID 19 dió lugar a un aumento del consumo de plásticos de un solo uso asociados a elementos de protección principalmente, como son los barbijos, máscaras, camisolines, guantes, etc. Si bien estos elementos contribuyen a disminuir la transmisión del virus, el uso generalizado y la mala gestión de los mismos hace que los encontremos no sólo tirados en las calles sino también contaminando espacios naturales. Sin duda alguna, otra de las “estrellas” del aislamiento son los pedidos a domicilio, que implican también un mayor uso de plásticos en embalajes, bolsas y envases descartables, entre otros elementos.
A la hora de plantear soluciones para disminuir la contaminación por plásticos, el reciclaje se encuentra entre las alternativas más populares, pero hasta el momento sólo el 9% del total de plásticos producido a lo largo de la historia ha sido reciclado (UNEP). Los porcentajes de esta alternativa aumentan año a año pero la misma tendencia sigue la incineración que, si bien es utilizada para producir energía, genera mayor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero(Our World in Data). A pesar de ello, es el principal tratamiento que reciben los plásticos en Europa (CIEL, Parlamento Europeo).
Sólo el 9% del total de plásticos producido a lo largo de la historia ha sido reciclado
Teniendo esto en cuenta, ¿Cómo disminuimos los residuos plásticos de manera sostenible? En vez de centrarnos exclusivamente hacia el final la vida útil de los productos, la economía circular nos invita a abordar los sistemas de producción de manera integral desde el diseño de los productos, aumentando el re-uso o circularidad de los materiales y disminuyendo los residuos y contaminantes durante todo el ciclo de vida.
En el marco de este modelo, resulta necesario diseñar productos para que efectivamente puedan ser reutilizados, reciclados y compostados. Para ello se apuesta a sistemas de devolución y retorno, la recarga de envases, aumentar la vida útil de los productos y ofrecer mantenimiento y reparación de electrodomésticos entre otras acciones. Por otra parte, el uso de materiales alternativos como la caña de azúcar, bambú, papel y cartón en productos de un solo uso constituyen alternativas compostables y/o biodegradables que contribuyen a disminuir el uso de plásticos.
En distintos lugares del mundo existen regulaciones para controlar los plásticos de un solo uso, principalmente bolsas y envases de poliestireno. Algunas van desde prohibiciones hasta impuestos, e incluso una combinación de ambas. En este sentido, muchas ciudades de nuestro país, incluida la Ciudad de Buenos Aires, prohibieron la entrega de bolsas y de sorbetes plásticos de un solo uso en comercios y locales. Otras también incorporaron a estas prohibiciones la entrega de vasos plásticos y vajilla descartable en general.
Complementariamente existen medidas que extienden la responsabilidad del productor sobre la gestión final de sus productos plásticos. Son las llamadas regulaciones REP que muchos países europeos y de la región, como Chile y Colombia, ya las implementan. Si bien en cada lugar la regulación es distinta, comparten como principio que quien contamina paga teniendo en cuenta también la mejora del diseño de envases y productos para una mayor reciclabilidad, reutilización, y reducción de las materias primas utilizadas.
Respecto a las diferentes normativas de REP en la región, Asociación Sustentar realizó un documento con recomendaciones de política pública para la promoción del consumo y producción responsable. Se trata de una investigación de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, y México donde se analizaron las normativas y sus contribuciones al ODS 12 (“Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”).
En definitiva, el proceso para detener la contaminación por plásticos está en marcha. Reciclar es importante, pero resultan necesarias otras medidas. Como consumidores lo ideal seria pensar dos veces antes de adquirir un nuevo producto, plantearnos la posibilidad de reparar los elementos antes de reemplazarlos y finalmente elegir opciones más sostenibles. Pero para lograrlo hace falta no sólo educación a la sociedad en general, sino también la responsabilidad de los productores y de los gobiernos para implementar políticas que promuevan y fortalezcan este proceso.