Basura y ciudad: ¿cómo reciclar nuestros hábitos?
Por Carolina Andrade
Los incentivos son una herramienta capaz de cambiar hábitos y aumentar el compromiso ciudadano en materia de gestión de residuos. Entre los vecinos porteños, el proceso ya está en marcha, pero aún queda mucho por recorrer.
La ley de Basura Cero establece metas concretas de reducción progresiva de residuos destinados a rellenos sanitarios. Para alcanzarlas es indispensable generar cambios de hábitos entre los vecinos de la ciudad. El desafío es grande y complejo, sin embargo, tanto en el sector público como en el privado se utilizan diversas estrategias para fomentar conductas sostenibles y aumentar la participación ciudadana en el cuidado del ambiente.
En cada hogar porteño se debería realizar la separación entre la fracción reciclable, por un lado, y el resto de basura, por el otro, y depositarlas en los sitios destinados para ellas. Pero, ¿cuántos de nosotros lo hacemos? Tanto estudios de la Facultad de Ingeniería de la UBA (2015) como del Observatorio de Higiene Urbana (2019) detectaron entre un 16,5 % y un 30% de material reciclable dentro del contenedor negro. Es decir, o no todos realizamos la separación o no lo hacemos de la manera adecuada. Lo más probable es que ocurran ambas situaciones a la vez.
Al separar los residuos, ayudamos no sólo a que la ciudad esté más limpia, sino que también mejoramos las condiciones en que los recuperadores urbanos recolectan los materiales reciclables. De esta manera, colaboramos en la generación de trabajo y la inclusión social, reducimos la extracción de materias primas y todos los daños asociados, contribuyendo al cuidado de los recursos naturales y el ambiente en general.
Conocer y modificar el comportamiento en materia de residuos y reciclado resulta el primer paso si se quiere motivar a los ciudadanos hacia prácticas más sustentables y sostenidas en el tiempo. ¿Cómo hacerlo? Las campañas de publicidad y de comunicación son las herramientas más frecuentes pero existen otros recursos, por ejemplo, los incentivos.
Desde la perspectiva de las ciencias que estudian el comportamiento, los incentivos pueden tratarse de pequeños “nudges”, también llamados “empujoncitos”, o formar parte integral del diseño de políticas públicas. Partiendo de las barreras y sesgos de conductas de las personas, estos “empujoncitos” son de fácil aplicación y en general actúan como un sistema de premios y castigos.
Los incentivos económicos “premian” a los ciudadanos cuando se comportan de la manera en que se considera adecuada. En la ciudad, el Observatorio participa en el diseño e implementación del programa “Puntos por Reciclar” que otorga cargas del sistema SUBE y otros beneficios a los vecinos que llevan adelante conductas de reducción de residuos y de reciclaje. Esta iniciativa, cuenta hasta el momento con dos ediciones, 2018 y 2019, entre las cuales se observa un incremento no sólo en la cantidad de vecinos participantes y en los premios otorgados, sino también en la cantidad de material dispuesto en los puntos verdes y los contenedores verdes.
Difusión del Programa Puntos por Reciclar 2018 y 2019
También hay incentivos no económicos, que buscan promover la participación con otro tipo de recompensas. En la ciudad, para estimular buenas prácticas en el ámbito laboral existe el Sello “GIRO”, una certificación para evaluar, calificar y destacar la gestión de residuos en oficinas públicas y privadas. Oficinas como las de Telecom y de organismos como INTA, la Legislatura Porteña y de diversos Ministerios han sido reconocidos con esta distinción.
En contraposición, los incentivos “negativos” buscan evitar determinadas conductas con una penalización, multa o sanción. En cuanto a la recolección de residuos, existen penalizaciones por disponer la basura fuera de horario o en lugares inadecuados. En la práctica, son difíciles de aplicar porque resulta complicado identificar al responsable cuando todos los frentes de una cuadra realizan la disposición en el mismo contenedor.
Al usar cualquiera de estas herramientas se deben tener en cuenta factores como la edad, zona de residencia, género, nivel de estudios y renta, todas variables que influyen no sólo en la cantidad de residuos que generamos, sino también en la manera en que reciclamos. En general, mientras las penalizaciones o multas provocan rechazo, informar al vecino sobre los materiales a reciclar, el lugar y horario de disposición aumentan el grado de compromiso.
Si bien en los últimos años se logró disminuir la cantidad de residuos destinados a entierro, no se pudieron alcanzar las metas establecidas en la Ley de Basura Cero. Continuar con esta tendencia de reducción y lograr cumplir con los nuevos objetivos requiere de un compromiso mayor por parte de todos. Desde el gobierno y las instituciones, para lograr incentivar a las personas hacia prácticas sostenibles y continuas. Desde los medios de comunicación, para brindar a estas temáticas la importancia que merecen. Y desde cada uno de nosotros, los vecinos, para asumir la responsabilidad y el compromiso individual, generando en conjunto beneficios colectivos tan importantes como visibles en el día a día.